(“Cuando empezó a construirse el edificio pensamos… Dijimos: ‘Es esto, esto es lo que estábamos esperando’. El edificio validaba e invalidaba la Historia al mismo tiempo: el edificio lo justificaba todo, cada guerra, cada traición, cada violación, cada derramamiento de sangre. Más tarde, ya con el edificio inaugurado y lleno, fuimos entendiendo que no es así cómo funciona la Historia, que el edificio no era la contrapartida de cada guerra, cada traición, cada violación, cada derramamiento de sangre, sino su consecuencia, su continuación. De padres tan oscuros no puede nacer un hijo luminoso”.)