El pez se me escurre.
Se cae al suelo, y se retuerce
por el suelo.
Aletea.
Me agacho para cogerlo
pero se me escurre
otra vez.
Ay, que casi lo tengo, que lo tengo,
abro la boca para comerme el pez
crudo
pero se me cae al suelo
(y van tres).
Ahora parece que sí
tengo el pez cogido entre mis dedos
apretado como una sardina en lata
jajaja
pero de alguna manera
como un último golpe de voluntad
y con la cola
consigue soltarse
y se va
para siempre
por la alcantarilla.
Por cierto, el pez es una metáfora.
No me gusta comer peces crudos.
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En tu metáfora… ¿¿eres Gollum??
(“Gg’lumm, Ggg’lmmm. Amoo bueenoooo, amo nos quiereeeeee”). Me flipa ese bicho.